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domingo, 5 de octubre de 2008

Declaración Pública


A toda la comunidad universitaria:

En las últimas semanas hemos presenciado el endurecimiento de las políticas de seguridad en el Campus Juan Gómez Millas: cierres de la universidad, guardias pidiendo la TUCH en la puerta -incluso adentro- y la prohibición de realizar diversas actividades, son parte de estas nuevas medidas. Estos hechos hacen ineludible dar la discusión en torno al cómo es que todos y todas, en tanto comunidad universitaria, nos hacemos cargo del espacio que compartimos y ocupamos a diario.

Es inadmisible que los guardias no estén sujetos en su actuar a ningún reglamento o protocolo interno emanado por la comunidad universitaria. Actualmente, sus labores en nuestra casa de estudios no se distinguen respecto de la función de vigilancia que pudieran llevar a cabo en un supermercado u otro tipo de establecimiento en el que la misma empresa esté contratada. Lo anterior, junto con dar cuenta de lo problemático que puede ser la creciente externalización de servicios, nos alerta acerca de la concepción de universidad pública que paulatinamente va instalándose a través de diversas prácticas. ¿Es propio de una universidad pública desentenderse de sus trabajadores mediante políticas de subcontratación? ¿Es lógico restringir la libre entrada y circulación de las personas en una universidad pública?

No es democrático que las funciones de gestión estén concentradas en la figura del Administrador de Campus, siendo esto en la práctica un mecanismo que anula la soberanía de la comunidad universitaria sobre el control del espacio que ocupa. ¿Qué criterios y necesidades son las que terminan primando cuando no nos hacemos parte de ello?

Para justificar la implementación de estas nuevas medidas de seguridad se ha argumentado que en el último tiempo han aumentado los destrozos, riñas y cantidad de basura esparcida por el Campus. No obstante, sin desconocer que existen conductas desarrolladas por los estudiantes que están muy lejos de ser prácticas que cuidan nuestro espacio, sabemos que la solución no va por la vía de dar cabida a lógicas represivas, sino que con multiplicar la capacidad de hacernos cargo, como comunidad universitaria, de nuestro territorio.

Muchas veces hemos hecho hincapié en la necesidad de avanzar hacia una nueva facultad, un nuevo campus y/o una nueva universidad que dote de realidad al supuesto sentido público que debiera encarnar nuestra casa de estudios, en el marco de un proyecto mayor de lucha por el cambio social. En coherencia con ello, creemos necesario que estos principios se concreticen en la gestión territorial del campus. No necesitamos aislarnos de nuestros vecinos, temerle al despliegue de la memoria histórica o prohibir el compartir con alegría, porque nuestro proyecto es dejar atrás esa universidad que tenemos actualmente: una "casa" opaca, puramente libresca y al servicio de los dueños del país.

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