La educación actual se sustenta en grupo organizado de personas que han transformado un derecho básico en un bien transable y al alcance de unos pocos. Para estas personas todo esta bien, nuestra educación marcha viento en popa y sólo faltan algunos ajustes para que “el mono” quede arreglado. La LGE, el acuerdo nacional concerta-derecha, la superintendencia de calidad, y el financiamiento por fondos concursables parecen ser la última parte de esta educación al nivel del siglo XXI.
Estas personas, empresarios y políticos corruptos, nunca nos hablan de la verdadera educación que tenemos, ocultan en cifras enredadas y malos análisis la verdadera realidad. Nos hablan de que la matricula se ha expandido y de las universidades privadas han abierto una verdadera democratización del acceso; se llenan la boca con las becas y créditos que se les da a los estudiantes pobres y de cómo esto a permitido la movilidad social. Estos datos ocultan una realidad que parece ser no tan bella como se pinta. Los pobres en general no entran a la educación superior, más bien es una excepción. Los liceos donde estudian a duras penas les enseñan lo necesario para salir como mano de obra barata y la esperanza de ser alguien mejor se queda sólo en esperanza. Esta educación que se dice democrática en su acceso es una educación elitista en extremo, desigual y excluyente. A parte de esta cruda realidad, nos quedan los altos aranceles, las becas y ayudas estudiantiles que al final terminan siendo una muy buena manera de endeudarse y pasar a DICOM.
A pesar de este funesto escenario, a pesar de que las condiciones parecieran dadas para un cambio nuestras fuerzas son mínimas. La mayoría de los estudiantes piensa, se mueve y actúa para sus propios intereses, atrás están los años en que actuábamos como uno sólo, en que nos reconocíamos entre nosotros mismo como fuerza transformadora. En este escenario muchos han renunciado a la posibilidad de una educación distinta.
La tarea entonces es reinventarnos como movimiento estudiantil, levantarnos como un sujeto colectivo que luche por el derecho a una educación digna y de calidad para todos. Este sujeto colectivo también se reconoce en otras luchas, en la pelea que dan todos los explotados y excluidos de nuestros país. Estamos convencidos de que podemos cambiar esta educación si lo hacemos por nosotros mismos, sin confiar en rectores, ni en el gobierno, sin dejar nuestra pega en manos de los que a diario nos han negado una educación mejor. Las fuerzas de los estudiantes son autónomas y se sustentan en la capacidad que tengan de organizarse. Esto no es una tarea de pocos, sólo los estudiantes y el pueblo en general como mayoría pueden desde su propia conciencia hacer realidad estas aspiraciones de cambio. Reconocemos que somos minorías los organizados, pero no por eso esta lucha deja de tener validez. La lucha es tan justa como necesaria.
domingo, 6 de abril de 2008
La necesidad de organizarnos para cambiar la educación
Publicado por
Trazando Senderos
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20:02
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